Lewis, Tolkien y los Inklings: lectura, tabaco en pipa y pintas
MIGUEL ÁNGEL BARROSO
MADRID. «Ah, sí, Tolkien y Lewis. Viene mucha gente pidiendo información. Tenemos fotos, inscripciones... mire por las paredes. La verdad es que no le puedo contar gran cosa, no soy una experta en la materia». La camarera del Eagle and Child, un famosísimo pub de Oxford, está acostumbrada a que le pregunten por esos escritores mientras abre el grifo para servir unas pintas. Cuando trae la cerveza la acompaña con un libro sobre los Inklings. «Se presentó hace poco. Échele un vistazo si le apetece. Me lo tendré que leer para ponerme al día», suspira.
C. S. Lewis, J. R. R. Tolkien, Charles Williams y Owen Barfield formaban el núcleo principal de los Inklings, un grupo de amigos amantes de la literatura que se reunía semanalmente, entre 1933 y 1963, en las habitaciones de Lewis en Magdalen College o en el Eagle and Child (que ellos llamaban Bird and Baby). Charlaban acerca de política, religión, filosofía y se leían unos a otros fragmentos de los libros que estaban escribiendo. Sin duda, los primeros críticos de «Las Crónicas de Narnia» y «El Señor de los Anillos» fueron los propios colegas de los autores. Cada uno estimulaba la creatividad de los demás. En 1949 Lewis (Jack para sus amigos) empezó a leer la primera de sus historias de Narnia: «El león, la bruja y el armario», que se convertiría en uno de los libros infantiles más populares de la historia, aunque no entusiasmara precisamente a Tolkien. Daban a sus reuniones un toque de clandestinidad (inkling: indicio, sospecha, noción vaga) y es fácil imaginarlos en un rincón del pub, bebiendo cerveza, fumando tabaco en pipa y debatiendo sobre el reino de las hadas y sus alrededores.
Clive Staples Lewis (Belfast, Irlanda, 1898 - Oxford, Inglaterra, 1963), novelista, académico, medievalista, crítico literario y locutor de la BBC, conocido también por los amantes de la literatura fantástica para adultos gracias a su Trilogía Cósmica, se dejó empapar por la filosofía del mito del Tolkien y el lenguaje poético de Barfield, claves para su conversión al cristianismo y para comprender su narrativa alegórica. La creación de Narnia es un reflejo de la Tierra Media de Tolkien, pero la influencia fue mutua. Christopher, hijo del autor de «El Hobbit», ha destacado «el profundo aprecio y la intimidad imaginativa» entre los dos escritores.
En este Oxford donde se creó un anillo comunitario donde bullía el talento aterrizó Joy Gresham, escritora estadounidense, comunista radical y ateísta, convertida al cristianismo al final de la década de 1940 gracias en gran parte a los escritos del que sería su segundo marido, C. S. Lewis. Pero ésta es otra historia: la que se cuenta en «Tierras de penumbra».
2 comentarios:
"(...) es fácil imaginarlos en un rincón del pub, bebiendo cerveza, fumando tabaco en pipa y debatiendo sobre el reino de las hadas y sus alrededores."
Después de todo, y casi sin pretenderlo, hemos adoptado en cierto modo las costumbres del profesor ^^
Jajaja es verdad! :P que alegría saberlo :B
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