jueves, 21 de julio de 2011

Los Enanos de El Hobbit

¡Aiya, gente brillosa! Actualizándonos un poco con las noticias del rodaje de El Hobbit, les dejo las imágenes oficiales de los 13 enanos que acompañaron al buen Bilbo Bolsón hacia la Montaña Solitaria, en busca del astuto Smaug y sus tesoros.

Nori (Jed Brophy), Ori (Adam Brown) y Dori (Mark Hadlow)

Oin (John Callen) y Gloin (Peter Hambleton)

Fili (Dean O'Gorman) y Kili (Aidan Turner)

Bombur (Stephen Hunter), Bofur (James Nesbitt) y Bifur (William Kircher)

Balin (Ken Stott) y Dwalin (Graham McTavish)

y finalmente Thorin (Richard Armitage)

Los 13 a pura facha

Aquí posan con sus dobles de escala :)




Y para terminar, un repaso sin tanto photoshop

Nori

Ori

Dori

Oin

Gloin

Fili

Kili

Bombur

Bofur

Bifur

Balin

Dwalin

y Thorin.

sábado, 16 de julio de 2011

Aurë Meldalion

"All that is gold does not glitter,
Not all those who wander are lost;
The old that is strong does not wither,
Deep roots are not reached by the frost."
(Bilbo Bolsón)

Este 20 de Julio se celebra el Aurë Meldalion (Día del Amigo) y el Ered-i-Kalain tira el smial por la ventana. Por eso llamamos a toda la ATA y a los demás Tolkiendilis a unirse al festejo aún en la distancia y a estrellar sus pintas por la amistad que nos une y seguirá uniendo gracias al bueno del Profe Tolkien. Aquí en Kalaindor los Caballeros del Brillo Sagrado brindaremos por ustedes. Sin más les dejo una cita del Rey Théoden sobre la ocasión, y los excelentes dibujos de Lord Carnilion de los Noldor.

"¡De pie, de pie, Tolkiendilis de la ATA!
Un momento crucial se avecina: ¡Aurë Meldalion!
Trepidarán las gargantas, volarán en añicos las pintas,
¡un día de festejos, un día de amigos, antes que llegue el alba!
¡Galopad ahora, galopad! ¡A Kalaindor!"
(Rey Théoden)

jueves, 14 de julio de 2011

Taller Fantasía y Ciencia Ficción: El Blábla

El Blábla

“La tarde transcurría inexorable hacia el ocaso y la noche. Yo sabía muy bien lo que las tinieblas traerían, lo había visto antes. Nunca muy de cerca, claro está, pues era muy escurridizo y siempre se desvanecía al advertir la presencia de ojos ajenos e inescrupulosos escudriñando en su búsqueda.

Mi memoria se remonta a aquella madrugada neblinosa, hará cuatro o cinco meses atrás. La recuerdo bien porque en el valle no suele haber neblina, y porque fue la primera vez que lo vi. Yo había salido muy temprano, más de una hora antes del amanecer, pues tenía que emprender un viaje largo y quería regresar esa misma noche. Así sucedió que al salir de casa, en el umbral de la puerta, me enfrenté a una oscuridad imponente. No era simplemente la oscuridad penumbrosa de la noche, esa a la que los ojos terminan por acostumbrarse, sino algo más… indefinible. Una oscuridad sólida y tangible.

Si bien mis recuerdos son siniestros, juro que en aquel momento no presté a aquello mayor atención, como así tampoco me alarmé por la falta de ruidos nocturnos, a saber grillos, pájaros madrugadores y crujidos indefinidos que configuran una noche cualquiera en un lugar como el valle.

Así fue que aquella madrugada, en medio de la oscuridad uniforme, una especie de suspiro me alarmó. Casi al lado mío, en medio de un yuyaral, se escabulló un algo desconocido. Tan fugaz e intrascendente fue nuestro primer encuentro.

La cosa podría haber acabado allí sin mayores inconvenientes, ya que es de conocimiento público que el valle está habitado por duendes y otros seres que se animan a acercarse casi hasta los umbrales de las casas. Algunos afirman que, con engaños y trucos, hasta son capaces de raptar niños a la siesta. Sin embargo volví a cruzármelo a partir de allí, muchas veces más, cuando salía de noche o de madrugada antes del alba, o cuando volvía tarde de alguna fiesta.

Comenzó a extrañarme que tuviera esa fijación conmigo, o mi casa, o lo que fuera; pero era poco lo que podía hacer para desentrañar sus intenciones. El tiempo pasó y me acostumbré a su inexplicable presencia. Ése fue un craso error, el primero de muchos.

Un día cualquiera, meses después de su primera aparición, caí en cuenta de que poco a poco, sin levantar sospecha, había ido ‘perdiendo miedo’ y se acercaba casi hasta la puerta misma, y luego tardaba más en escabullirse, haciendo más ruido. Por supuesto que nunca llegué a verlo, detrás de la inamovible sombra que se levantaba en su presencia.

Recuerdo que más de una vez amanecí y descubrí la puerta de mi casa abierta de par en par, sin cerraduras forzadas ni señal de violencia. De más está decir que yo sí la había cerrado. ¿Inquietante?, ciertamente.

Diez meses pasaron así. Y yo, por cuestiones de trabajo, tuve que mudarme del valle a un pequeño pueblo entre rápidos y furiosos ríos. Debo admitir que una parte de mí se sintió aliviada al abandonar a mi extraño acosador.

Mi tranquilidad duró exactamente 8 días o, mejor dicho, noches. Desperté sobresaltado entre alaridos estridentes y música de desastre viniendo de mi cocina. Al llegar, caos. Nada se salvó, ni las baldosas ahora partidas, ni la heladera desmembrada. Aquel fue el primer momento en el que me sentí preocupado, pero no era miedo, era ira.

Al día siguiente fui a hablar con los sabios del lugar, caminé y caminé, nadie supo contestarme sobre la espantosa presencia. –Si viene del valle allí sabrán qué hacer con él- dijeron, así que emprendí el viaje de regreso, dispuesto a acabar con el misterio. El maldito ser no era aficionado a los viajes, evidentemente, por lo que no fui molestado por unos días.

De vuelta en el valle, supuse que sólo las ancianas y los viejos conocedores de las antiguas historias podrían ayudarme. No perdí tiempo y fui en busca de ellos. Días y días, entre cerros y quebradas, me armé de paciencia para escuchar largas historias y desvaríos que nada tenían que ver con mi problema, sólo para asegurarme de que nadie podía ayudarme allí.

Decidí entonces volver a mi casa en el llano, -tal vez- me dije hablando en voz alta- no fue él quien destruyó mi cocina, después de todo nunca fue violento-.

No mentiré, la primera noche me inundó una ansiedad extrema. Le iba a dar una buena lección al desgraciado: había pedido prestado a un primo su ovejero alemán entrenado para el ataque, ‘Molotov’ lo llamaban, y era un bravo de los que ya no se ven; los adjetivos se quedaban cortos.

Me encontraba yo dormitando, tratando de escuchar cada ruido, mientras Molotov montaba guardia sobre una colcha en el umbral de la puerta, sus ojos azabache fijos en la negrura. Caí vencido por el sueño, tranquilo.

Ingenuo me llamarán algunos, pero juro que creí que los aullidos desgarradores configuraban el contexto de una horrible pesadilla que estaba teniendo, y bastante tardé en caer en cuenta de que se trataban de los agonizantes lamentos del buen Molotov.

Corrí a la entrada y me encontré con la puerta hecha pedazos, en astillas esparcida por la sala, y un charco de sangre en el umbral, ¿el cuerpo? En aquel momento pude imaginarlo claramente, arrastrado a desolados páramos o a una infernal salamanca…

Esa noche no pude seguir durmiendo. Amaneció y yo, envuelto en poncho con mate en mano, verificaba consternado que ni rastro, huella o reguero de sangre había en el lugar de la batalla. Las incógnitas rodeaban el asunto. Cosa fea.

Sin puerta y sin cocina, pero resuelto a dar batalla, ya de noche prendí un farol a kerosene, cargué mi vieja escopeta doble cañón, y me senté en mi reposera dispuesto a pasar la noche en vela a fuerza de mate amargo. Ese maldito me las pagaría a todas juntas de un par de balazos, eso podía darse por seguro.

Me madrugó un ruido fuerte, miré por la ventana: era de noche aún. Maldito el mate y maldito yo por quedarme dormido. Salí al patio, allí estaba él envuelto en sombra, y en el límite de la línea de luz del farol, la osamenta del perro ya sin nada de carne. Escalofríos y disparo certero. Nuevo disparo. Expectación. La sombra devuelve una risa, ha fallado mi plan. -¿¡Quién mierda sos!?- grité desesperado. Nada. Finalmente llega hasta mí un sonido gutural, nada placentero. Sólo entiendo algo así como Blábla.

Otro día ha pasado y ya anochece. Me quedo a presentar batalla, al igual que mi padre y el padre de su padre, y mi gente antes de la conquista. Les juro que no he enloquecido, escribo esto justamente para evitarlo, para ver que es real mientras lo leo, para que quede testimonio de estos hechos si algo llegara a pasarme.

Tengo miedo, siento ruidos afuera. Tengo cargada mi escopeta. Si salgo de ésta mañana iré a la ciudad, allí seguro que no podrá seguirme.”


Aquí se interrumpen las notas tomadas por Juan José Muñoz hasta el día anterior a su desaparición. Evidencian un claro estado de psicosis esquizofrénica por lo que se le considera una amenaza para su persona y su entorno, con posibles abscesos de violencia paranoica. Por cualquier información sobre su paradero diríjase a la comisaría más cercana o llame sin cargo al 101.
DIARIO ‘EL LIBERTADOR’

Diego E. de la Vega

Taller Fantasía y Ciencia Ficción: El Búnker

El Búnker

La temperatura aumentaba cada vez más. No era verano. Ni tenía ningún sistema de calefacción en aquel recinto. Al contrario, el acondicionador de aire funcionaba al máximo intentando evacuar el calor.
El recinto era un Bunker. Y yo era un revolucionario. Y la razón por la que la temperatura aumentaba era porque desde afuera un batallón de cyber-humanos estaba apuntando con lanzallamas las puertas y paredes de acero de varias pulgadas de espesor esperando que yo me rindiera o muriera rostizado.
Había pasado un par de días abajo Realizando investigaciones que pudieran servir a la causa hasta que llego el escuadrón.
La ciencia había desarrollado nuevos tipos de ayudas a la vida de las personas en los últimos 30 años. Uno de los más importantes fue la complementación humana para el desarrollo de las habilidades. Informalmente llamado CHDH. Se trataba remplazar nuestros puntos débiles con materiales más apropiados. Durante la lenta evolución del hombre el cuerpo se fue adaptando a las cambiantes necesidades que teníamos, pero ahora las necesidades comenzaban a cambiar de manera vertiginosa, y no era admisible que una persona que realice esfuerzos físicos esté limitada a la fuerza que podía hacer con sus músculos. En una época se pensó que la solución eran los robots, pero resulto que era más complicado adiestrarlos y que estos resolvieran imprevistos que hacer las cosas uno mismo. Esto llevo a implementar los robots en las personas, y los músculos eran reemplazados por sistemas eléctricos que accionaban los nuevos miembros de titanio varias veces más resistentes que nuestros viejos huesos.
Ese fue el principio, pero la naturaleza y ambición humana son desmedidas.
Como no podía ser de otra forma los gobiernos más poderosos comenzaron a pensar en usar estas ventajas con fines bélicos. Se habían armados ejércitos de humanos CHDH que tenían una capacidad muy superior a cualquier soldado, no sufrían del frio ni el calor por sus sistemas de regulación de temperatura. Eran más fuertes y más rápidos, y estaban entrenados para poder utilizar su gigantesco potencial al máximo. Pero por más que sus cuerpos tuvieran una gran ventaja sobre el mío, no podían superarme por no desarrollar lo único que solo les costaba voluntad para desarrollar. Su cerebro.
Estos nuevos ejércitos tenían una fuerza y efectividad tal que no necesitaban recurrir a bombardeos ni devastación masiva para apropiarse de los territorios que quisieran. Y la nación más grande de la tierra, los EEAA (Estados Amontonados de América) los había usados ingeniosamente para hacerse tan poderosa que ya no había manera de detenerlos. Habían comenzado celebrado alianzas con los países más importantes, para poder aplastar a las naciones pequeñas, que si bien no tenían ejércitos CHDH, poseían tecnología nuclear que seguía siendo algo de lo que preocuparse. Luego de eliminar estos ya solo quedaba traicionar las alianzas y neutralizar al resto de los países "peligrosos".
Nuestro país no estaba dentro de los países peligrosos. La peligrosidad era medida en función del nivel de armamento, posesión de armas nucleares, penetración del programa CHDH en las fuerzas armadas, agresividad del gobierno… nuestro país no tenía nada de agresivo. El gobierno se rindió y entrego la nación con poca o ninguna resistencia. Pero nuestro gobierno no era la mejor representación del pueblo, que no iba a dejarse dominar sin oponer resistencia.
Estaba divagando sobre estas y otras cosas cuando me di cuenta que ya no soportaría más la temperatura, lo que significaba que estaba a tiempo de poner en marcha mi plan. Busque mi encendedor y un poco de papel y lo encendí. El bunker contaba con un sistema de emergencia contra incendios que se accionaba con humo, y a esta altura la puerta de acero de gran espesor debe encontrarse a altísima temperaturas, en el exterior probablemente este al rojo vivo. El sistema de incendios contaba con aspersores adentro y afuera, y cuando se accionaran el chorro impactaría en la puerta y produciría una gran cantidad de vapor. Los cyborgs que mandaron a buscarme seguramente contaban con protección contra proyecciones de agua pero el vapor podría entras por donde el agua no, se colaría a sus circuitos y provocaría la falla de sus sistemas.
El papel comenzó a arder, esperé a que estuviera lo suficientemente encendido y lo agite para apagarlo. Un humo blanquecino comenzó a salir de el. La habitación comenzó a oler a humo y acerque lo mas que pude el papel al sensor.
Luego de unos segundos se escucho un pitido y los aspersores abrieron y dejaron caer el agua. El murmullo que escuchaba en el exterior se detuvo por un momento y luego continuó. Esperaría unos minutos y abriría la puerta para enfrentar mi destino y comprobar si mi plan había funcionado o no.
De momento disfrutaría la fresca sensación que me proporcionaba el agua, que era un gran alivio frente a la situación límite a la que había llegado. ES increíble como uno puede sentir placer hasta en las situaciones más críticas.
Entonces escuche una especie de grito, de orden quizá. Este era el momento, seguramente los sistemas habían comenzado a fallar y el escuadrón comenzaba a entrar en pánico me dirigí al comando de la puerta, tome aire y lo pulse.
La puerta abría lentamente, luego de un par de segundos el vapor comenzó a entrar a la habitación y la lleno por completa de inmediato. La cantidad de vapor que se había generado era enorme. Si sus sistemas no habían fallado al menos podría intentar escapar aprovechando la densa niebla que se había formado. Tome valor Camine hacia fuera. Tenía ganas de correr pero no quería tropezar con alguno de ellos. Paso a paso me interne por el pasillo a través de la niebla. Mi respiración era difícil a causa del vapor y el calor.
Luego de realizar unos 6 o 7 pasos la niebla se abrió por una corriente de aire para dejar en descubierto un rostro. El terror me invadió por unos interminables segundos hasta que advertí la mueca que este expresaba mientras miraba para abajo al notar que su cuerpo no le respondía. ¡El plan había funcionado!
El soldado levanto la mirada, comprendió que era yo y comenzó a articular unas palabras. Pero antes de que termine su frase yo ya había comenzado a correr desaforado hacia la salida, ya sin importarme nada. Empujaba sus pesados cuerpos inertes a un costado mientras recorría el par de curvas del pasillo antes de la escalera que me dirigiría a la superficie.
Mientras subía la escalera todavía escuchaba los gritos inútiles del escuadrón vociferando órdenes y maldiciones.
Llegue a la superficie todo empapado para contemplar el panorama de lo que se había transformado la ciudad en el tiempo que me encontraba abajo.
Pase lo que pase ya había logrado una victoria. La guerra podía estar lejos de acabar pero al menos esta batalla había sido mía.


Ignacio Esteban Giménez

Taller Fantasía y Ciencia Ficción: Fuego y Vida

¡Aiya, virtuoso Pueblo del Brillo! En esta ocasión les dejamos los relatos que surgieron de la charla taller del mes de abril: "Fantasía y Ciencia Ficción" de Edle "Berúthiel". ¡Esperamos que los disfruten y los comenten!


Fuego y Vida

Cuando la Vida tomo forma, el Fuego estaba presente. Este miro al Creador y le pregunto: ¿me vas a apagar para que ello viva? el Creador lo miro y con un sonrisa le dijo: A veces hay que dar pasos al costado para que la cosas tomen su rumbo.
El fuego sin entender bajo la cabeza y se alejó lentamente...
Pasaron los años, y el fuego se fue enfriando y achicando, hasta que casi desapareció. La vida se dispersó y tomó muchas formas y rumbos; Una de esas "vidas" pensó, y se diferenció del resto.
El Fuego que se había achicado se sentía solo y triste.
La Vida pensante lo vio un día, cuando este enojado por encontrarse a sí mismo casi extinto, estalló repentinamente, e hizo temblar la tierra.
La Vida pensante lo miro con temor y con respeto. El Fuego se sintió apenado y decidió que debía pedirle perdón a la Vida. Con este fin, se acerco hacia la Vida y fue entonces que sintió calor salir de la misma. El Fuego miro a la Vida pensante y le pregunto: ¿Cómo es que puedes emitir calor si tú no eres fuego?
La Vida pensante lo miro y le dijo: el Creador saco una parte de ti para hacerme a mí.
Así el Fuego se dio cuenta de la verdad en las palabras del Creador. La vida toma muchos rumbos, y él era parte de ello; si el no se hubiera achicado, no hubiera existido la vida, y se sintió feliz al darse cuenta que él es, en parte, parte de la vida.
Desde entonces el Fuego y la Vida conviven en la Tierra. Ya que la Vida es Fuego en sí misma y el Fuego, Vida.

Carolina "Mirimë" Di Leo